Por Dayana Acosta
SANTO DOMINGO.-Se mantiene
oculta en el interior de su casa. Ella tan solo es una niña de ocho años que sabe que
algo no anda bien con su rostro, en su cabeza. Nadie le dice nada. Pero desde su
escondite, escucha el murmullo de las personas que comentan que es un monstruo.
Ella no sonríe.
Sus padres han visitado cada uno de los
hospitales del país. Liz como la llamaremos para proteger su identidad, saca
fuerza y le dice a su mami, Mariel de la
Cruz: ¡No te desanimes!
Mariel había pedido
ayuda por todos los medios posibles. Su hija sufre de Hipertelorismo orbitario acompañado
de Craneosinostosis. Ambas son mal formaciones congénitas, donde tiene el
rostro y la cabeza deformada.
¡Ring!, ¡Ring!, ¡Ring!,
¡Ring!, suena el teléfono con mucha insistencia en la casa de la pequeña. Ella
lo toma y vocifera: “Mami te llaman”. La
madre con los ojos hinchados de tanto llorar no puede creer lo que escucha por
el auricular del teléfono.
Federico Núñez, director
del hospital Cecanot, le anuncia que
tienen dos opciones que le gustaría conversar con ellos.
Al día siguiente
se apersonaron al centro, que está localizado en el sector de Villa María. Cuando
entro a la oficina del Núñez sintió una mezcla angustia y a la vez un poco de
esperanza al observar que más de diez médicos los esperaba allí para
presentarles las opciones.
Sin muchos rodeos
el galeno le explica a la madre que la pequeña que ellos cuentan con un equipo
para operar a la pequeña Liz pero los riesgos son bastante altos porque es la
primera vez que realizan ese tipo de cirugía.
La madre acepta y
de inmediata empiezan a realizar todos los análisis y pruebas de rigor.
Son las 6:00 de
la mañana del viernes 18 de noviembre. Liz toda vestida de blanca le dice a su
mami: “tranquila que todo saldrá bien”.
Su madre le acaricia la cabeza, una y otro vez, y con voz entre cortada
le responde: “Así mi hija”.
Han pasado las
primeras cuatro horas y la madre de Liz empieza a desesperarse.
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